¿Cuándo fue la última vez que vio un ave? Tal vez esta mañana, mientras hacía ejercicio, o ayer, si estuvo caminado por un parque. Si anda de vacaciones, seguro las ha visto en bosques, plazas, en el campo o sobrevolando a ras la playa o rozando ríos y otros cuerpos de agua. No importa si se trata del invierno austral o del verano boreal, del día o la noche, de las calles de una gran ciudad, del páramo, de la selva o del desierto: las aves están a todas horas en todas partes, y por eso mismo para Audubon deben ocupar un espacio central en la COP16 que se realizará en Cali.
Las queremos presentes para hacer un llamado de atención y a la acción. Hay aves en prácticamente todos los ecosistemas del planeta y su presencia no es solo motivo de alegría y admiración. Es, ante todo, el mejor indicador del bienestar de los ecosistemas, lo que las hace una especie sombrilla sin igual. Por el contrario, su ausencia o marcada disminución es evidencia de la desaparición y degradación de los entornos naturales, como viene sucediendo desde hace décadas y también de forma creciente por cuenta de impactos del cambio climático, la pérdida de hábitats, la polución, la presencia de especies invasoras, pesticidas y contaminantes, entre otros.
Sabemos que la biodiversidad y la conservación de los recursos naturales son la base de nuestro desarrollo y supervivencia como especie. Los ecosistemas saludables proveen servicios invaluables, como la protección contra tormentas y la regulación del agua. Sin embargo, estamos perdiendo nuestra biodiversidad y ecosistemas a un ritmo alarmante. ¿Cómo revertir esta tendencia y asegurar un futuro sostenible para todos? Aquí es donde entran las aves: al protegerlas conservamos los ecosistemas.
Las aves pueden ser nuestras guías y embajadoras en este esfuerzo colectivo hacia un futuro más sostenible. Un estudio realizado por Audubon muestra cómo los lugares más importantes para la conservación de las aves migratorias, endémicas y globalmente amenazadas en Colombia se sobreponen en un 85% con sitios importantes para la regulación hídrica y en un 42% con sitios de alta y muy alta vulnerabilidad al cambio climático.
Por ejemplo, los manglares, corales y praderas marinas no solo son refugio para diversas especies y la cuna de las pesquerías, sino que también actúan como barreras naturales contra tormentas y tsunamis. Está demostrado que estos ecosistemas marinos pueden reducir la energía de las olas que llegan a las orillas hasta en un 95%. Por otro lado, las cuencas hidrográficas, cuando están bien conservadas, mejoran la calidad del agua y regulan su flujo, vital para la vida humana y la agricultura. Cuatro de cada cinco ciudades principales en el mundo podrían mejorar su calidad y regulación hídrica si usan el poder de la naturaleza. Y una de cada seis de estas ciudades podría ahorrar recursos si invierte en la conservación de sus cuencas en vez de invertir en más plantas de tratamientos o solamente en infraestructura gris.
Se estima entre $598 y $824 mil millones de dólares la brecha financiera anual para manejar los recursos naturales y mitigar los efectos a futuro del cambio climático. Existen los recursos financieros y el caso de negocio de por qué se debe internalizar la conservación de la biodiversidad en la toma de decisiones. Puedo decir, desde mi experiencia en los últimos años con Audubon, que tenemos también las herramientas, metodologías y ciencia ciudadana y rural para usarlas en catalizar este movimiento. Y, además, contamos con el inigualable poder de convocatoria de las aves.
Estudios recientes muestran que la observación de aves está en crecimiento en las Américas, con más de 96 millones de personas que participan en esta actividad solo en Estados Unidos. Tenemos la oportunidad de conectar a estos avistadores eufóricos con los cambios en política e inversiones que debemos hacer. Allí está el poder de las aves.
A lo que me refiero es a generar movimientos a escala local, nacional y global desde la sociedad civil para exigir a nuestros gobiernos que prioricen esta inversión. Colombia es el país de las aves, con cerca de 2000 especies. La Estrategia Nacional para la Conservación de las Aves ENCA2030, facilitada por Audubon, RNOA y el Instituto Humboldt y apoyada por el Ministerio de Ambiente, es un ejemplo inspirador de cómo la sociedad puede movilizarse para proteger sus recursos naturales. Con la participación de más de 2000 personas representantes de sectores socioeconómicos diversos, comunitarios, ambientales, académicos, del sector público, del privado y de las corporaciones autónomas regionales, entre otros, esta estrategia tiene como objetivo conservar y hacer un manejo sostenible de los hábitats clave para las aves, la naturaleza y las comunidades locales.
Es crucial organizar a los observadores de aves, a la sociedad civil y a los empresarios para colaborar con los gobiernos en la implementación efectiva de la ENCA y otras iniciativas de conservación de biodiversidad y adaptación y mitigación al cambio climático. Las aves pueden ser nuestras guías y embajadoras en este esfuerzo colectivo hacia un futuro más sostenible.
En la próxima COP y más allá, Audubon y sus socios locales y hemisféricos trabajarán para demostrar cómo las aves nos conectan con lo que la naturaleza y la humanidad necesitan. Es hora de actuar juntos para conservar nuestras aves y la biodiversidad y así asegurar el bienestar de las comunidades locales y de todos nosotros.
Publicado originalmente en el diario El Espectador, junio 27 de 2024.