Cuando Chris Tonra y su equipo desplegaron geolocalizadores de nivel de luz para rastrear a los Chipes Dorados en 2016, poco se sabía sobre cómo estas aves viajan a sus zonas de invernada en Sudamérica.
“Sabíamos que se estacionan a lo largo de la costa del Golfo y teníamos una idea de su distribución de invernada”, afirma Tonra. Pero en lo que respecta a qué poblaciones reproductoras terminaron donde y qué rutas tomaron para llegar allí, Tonra admite que “no sabíamos mucho”.
Entonces, cuando el Grupo de Trabajo del Chipe Dorado publicó sus hallazgos en 2019 y reveló por dónde se mueven estas aves a lo largo del año, fue revelador. Descubrieron que las aves que se reproducían en las regiones orientales y occidentales de su área de distribución tomaban rutas muy diferentes para llegar al mismo lugar de invernada. Como explica el coautor Erik Johnson, de Audubon Louisiana, "una de las sorpresas fue que los Chipes Dorados, especialmente las del lado occidental del área de reproducción, están cruzando el Golfo de México hacia Yucatán no sólo en primavera, sino también en otoño".
Además, descubrieron que la gran mayoría de las aves que rastrearon invernaron en el norte de Colombia, independientemente del lugar en el que se reprodujeron. Este hallazgo pone de manifiesto que entender dónde se mueve una especie a lo largo del año puede informar sobre dónde es más eficaz su conservación.
“Nuestros resultados indican que si se actúa en el norte de Colombia, se producirán impactos en toda el área de reproducción. En cuanto a la rentabilidad de la conservación, se obtiene mucho cuando se actúa en el norte de Colombia”, menciona Tonra. Esta investigación se ha traducido recientemente en acciones de conservación, ya que varias organizaciones asociadas adquirieron casi 4000 acres de hábitat protegido adyacente a la Reserva Natural de El Silencio, con lo que casi se duplicó el tamaño de la reserva.
Acciones de conservación como estas son el objetivo del grupo de trabajo sobre el Chipe Dorado, que se reunió por la preocupación por esta especie emblemática del sureste, apodada cariñosamente la “vela del pantano” por el contraste de su color amarillo brillante con el telón de fondo de su hábitat de reproducción. Dado que entre el 15 y el 25 % de la población reproductora mundial se encuentra en Luisiana y el 20 % en Carolina del Sur, estas oficinas locales de Audubon han participado intensamente en la investigación.
"Los Chipes Dorados se parecen a los canarios en algo más que en su hermosa coloración amarilla. También actúan como buenos barómetros de la salud de los ecosistemas de humedales", afirma el coautor Matt Johnson, de Audubon de Carolina del Sur.
Tonra insiste en que la colaboración es fundamental para conocer mejor esta especie y protegerla. La larga lista de coautores del estudio de seguimiento y sus variadas afiliaciones son un testimonio del buen funcionamiento del grupo de trabajo. “Podemos lograrlo porque contamos con una red de colaboración comprometida con la conservación de la especie. Es realmente un trabajo de equipo”, afirma Tonra.
Y este equipo aún no ha terminado. Este mismo año, el grupo de trabajo ha publicado otro estudio, en el que se constata una relación positiva entre la masa corporal y la latitud de reproducción de esta especie. En última instancia, su objetivo es utilizar su investigación para ayudar a proteger esta querida especie.
“Hemos aprendido hacia dónde van”, dice Tonra. “Aplicar los datos [para informar sobre la conservación] es el siguiente paso”.
La Iniciativa de Aves Migratorias de Audubon trabaja con cientos de científicos especializados en migración, como Chris Tonra, y con socios de la conservación en todo el hemisferio occidental, con el fin de reunir y sintetizar los últimos conocimientos científicos sobre la migración para informar sobre los esfuerzos de conservación de todo el ciclo vital de cientos de especies de aves migratorias, como el Chipe Dorado.
Para obtener más información sobre la Iniciativa de Aves Migratorias, visite www.audubon.org/migration.