El viaje de Daniela Linero hacia su pasión empezó muy temprano. De niña, sus padres la llevaban de paseo y hoy cree que ese frecuente contacto con la naturaleza marcó su rumbo como bióloga. Su familia no está conformada por científicos ni hubo un especial interés porque ella lo fuera. El mapa se fue dibujando poco a poco y naturalmente, sin que se diera cuenta del destino que le esperaba. “De niña, como la mayoría, lo que más me interesaba era jugar. Me gustaba mucho salir a los parques y encaramarme en cualquier cosa como si fuera un mono”.
Hoy, a los 27 años, esta colombiana y especialista en análisis de datos y GIS de Audubon Américas, observa el mapa de su vida profesional y nos señala puntos cardinales. El primer hito nos lleva a esos últimos años de bachillerato que marcan la frontera entre el colegio y la elección de una ruta profesional. “Supe que me quería dedicar a la conservación cuando estaba terminando el colegio y empecé a informarme más sobre los problemas ambientales y la gravedad del asunto para la supervivencia no solo de la humanidad, sino de los demás animales, plantas, etc. Sentí que debía dar mi granito de arena y de ahí en adelante he tenido la responsabilidad –autoimpuesta- de trabajar para la conservación de la biodiversidad de la mejor manera posible, lo que incluye tomar decisiones informadas por ciencia de calidad”.
Se graduó con honores de Bióloga y Ecología, en la Universidad Javeriana de Bogotá. De inmediato empezó a trabajar en la Asociación Primatológica Colombiana, donde realizó la primera clasificación de la cubierta vegetal y el primer análisis de la deforestación en dos poblaciones rurales de Colombia, además de participar en el seguimiento a la biodiversidad en esos sitios, todo ello en equipo con las comunidades locales. Además, dirigió talleres de educación ambiental para la conservación de primates, dirigidos tanto a comunidades de zonas urbanas como rurales.
A finales de 2019 su vida toma un nuevo rumbo. Esta vez, las coordenadas en el mapa marcan el Reino Unido, a donde llegó para hacer un máster en Ecología, Evolución y Conservación en el Imperial College de Londres, del cual se graduó con honores o Distinción en 2020. Hoy Daniela recuerda qué fue lo que más la impactó de ese nuevo y diverso paisaje: “Más allá del lugar en sí, lo que más me marcó fue poder superar el reto de vivir en un ambiente totalmente diferente, con personas desconocidas y con un idioma que no dominaba completamente”. La “migración” de Daniela duró un año y de regreso a su tierra se vinculó a Audubon como Especialista en SIG y Análisis de Datos para América Latina y el Caribe, como parte del equipo de Audubon Américas.
En estos tres años, los aportes científicos de Daniela Linero le han merecido más reconocimientos, como el muy importante segundo puesto en el Reto Ebbe Nielsen de GBIF, gracias a su flujo de trabajo para identificar potenciales Áreas Clave para la Biodiversidad (KBA). Este premio mundial se otorga anualmente a aquellas personas expertas que logran aplicaciones innovadoras de datos abiertos de biodiversidad. El concurso recibe propuestas tanto de científicos, como de expertos informáticos, modeladores de datos y cartógrafos, entre otros.
Fiel a su propósito de ofrecer ciencia con calidad que aporte a la conservación de la biodiversidad, Daniela explica el alcance del trabajo por el que recibió el reconocimiento Ebbe Nielsen: “El premio es especialmente útil para Colombia porque es uno de los países con mayor biodiversidad del mundo. El código ayuda a localizar, por medio de un proceso muy automatizado y ágil, aquellos sitios con mayor vulnerabilidad y también los retos relacionados con las leyes de biodiversidad, el aumento de la deforestación y otras tendencias que afectan a la biodiversidad. Esto permite a los usuarios profundizar, investigar y hacer una mejor investigación en más de esos sitios y definir si cumplen los criterios para ser KBA (Áreas Clave de Biodiversidad) y ser nominados como sitios de conservación".
Su capacidad para el manejo de datos, sumada a su serena disposición para el trabajo en equipo, también le aportó otro triunfo, esta vez en beneficio de 33 aves playeras de las Bahamas. Daniela se embarcó en la tarea de compilar en una sola base de datos todos los provenientes de diversas fuentes, recolectados a lo largo de 10 años, y logró que en marzo de 2022 tres sitios en Bahamas fueran reconocidos globalmente como KBA y prioritarios para la conservación del chorlito de agua, entre otras especies.
Recalculando...
Aquí vale detenernos y preguntarle, como la famosa voz del GPS, si en algún momento de su trayectoria profesional ha querido replantear su rumbo al sentirse frenada o limitada como científica. “La investigación en STEM se mantiene como un campo dominado por hombres. Es más raro ver mujeres en posiciones de liderazgo en la conservación y también siendo reconocidas en importantes espacios académicos. Además, el trabajo de personas del Norte Global suele ser más reconocido y las perspectivas y estudios de personas, por ejemplo, de Latinoamérica, se omiten en gran medida. Es por eso que necesitamos identificar y abordar las barreras de diferentes espacios, para que las mujeres que están o quieran estar en la ciencia en el Sur Global tengan las mismas oportunidades que los hombres blancos de Norteamérica y Europa. Después de todo, necesitamos esa diversidad e inclusión para tener éxito en la conservación”, afirma con gran claridad.
Avancemos un poco más en este territorio. ¿Cree que hay discriminación por género entre la comunidad científica?
"No creo en que haya una diferencia inherente en científicos de diferentes géneros. Sin embargo, sí considero que existen barreras para que las mujeres que hacen ciencia sean visibilizadas y reconocidas como sus contrapartes masculinas”.
En su experiencia, ¿hay algo que distinga a las mujeres en la ciencia?
“En mi opinión, no existe una aproximación exclusiva que podamos brindar como grupo las mujeres, pero sí siento que lo más valioso es que en nuestra diversidad aportamos innumerables aproximaciones y voces únicas que pueden ayudar a encontrar la mejor solución para un problema”. Precisamente sentir que no es escuchada o que no puede dar su opinión es de las pocas cosas que la ofuscan, confiesa.
Otras latitudes
Daniela tiene muy claro donde está parada. Y lo que es mejor, tiene muy bien ubicado al equipo de Audubon Américas. Jorge Velásquez, Director Científico para América Latina y el Caribe, conoce bien el trabajo que ella hace. “Daniela está en el corazón del funcionamiento y desarrollo de todas nuestras aplicaciones SIG, desde un tablero de indicadores para el monitoreo del desempeño del programa, pasando por aplicaciones web para el despliegue de las áreas prioritarias para Conserva Aves, hasta aplicaciones móviles que usa nuestro personal en campo para la captura de datos de aves”. En pocas palabras, Daniela tiene el don de la ubicuidad.
Gloria Lentijo, Directora de Agricultura Regenerativa de Audubon Américas, afirma que, “para nuestros proyectos, el aporte de Daniela es muy importante para espacializar la información, ver en un mapa los lugares donde trabajamos, analizar las mejores oportunidades para la conservación en los paisajes productivos, donde se pueda analizar aquellos sitios con mejor retorno de inversión y así, con estas priorizaciones podemos encontrar aliados y personas con las cuales trabajar. Esto no da una luz más acertada de los lugares donde debemos ir a tocar puertas a favor de la conservación en paisajes productivos del Valle del Cauca, en Colombia”. Sus análisis también han contribuido a espacializar la información de las cuencas donde trabaja el equipo de Colombia, para diseñar las metodologías de muestreo que faciliten el monitoreo de aves y obtener la línea base para medir el impacto de la implementación de las acciones definidas.
Antes de terminar este recorrido, hay una pregunta importante: ¿por qué dejó a los monos?
“Las aves son uno de los grupos taxonómicos más estudiados en el planeta debido a tantos aficionados y expertos que aman observarlas y analizarlas. Esto hace que haya una alta disponibilidad de datos para llevar a cabo investigación, contrario como pasa con muchas otras especies. Además, las aves son muy buenos organismos `sombrilla’, es decir que al conservarlas a ellas y a sus hábitats estamos a la vez preservando muchas otras especies”, explica Daniela.
Si todo mapa supone un destino y fija puntos de conexión, ¿cuál es el que se está trazando Daniela?
“Mi sueño como científica, y tal vez un poco más personal, es poder establecer una red de reservas naturales en Colombia en donde se puedan probar y evaluar diferentes herramientas de conservación”. Es sólo cuestión de tiempo y de algunos datos adicionales para que Daniela llegue a su anhelado destino.