El cambio climático amenaza a más de la quinta parte de las aves del mundo, según un nuevo informe publicado gracias a una colaboración de BirdLife International y Audubon. Con el nombre Los Mensajeros, el informe se basa en 92 estudios y revisiones –entre los que se incluyen el Informe sobre Las Aves y El Cambio Climático, de Audubon–, para mostrar cómo se verán afectadas las aves de los siete continentes por el cambio climático.
Es difícil decir con exactitud a cuántas aves afectará el clima al alterar su hábitat natural, la disponibilidad de su alimento, los fenómenos meteorológicos de su ambiente, su situación de depredación y su condición de salud. De 570 especies consideradas en una revisión internacional reciente (que se citó en el informe pero aún no ha sido validada), 24% respondió en forma negativa al calentamiento global. Y si bien un 13% de las especies parece reaccionar en forma positiva y un 14% parecieran no estar afectadas, aún se desconoce cómo reaccionará el 49% restante de las especies a los cambios inminentes que se producirán a nivel mundial, según expresa la revisión. “Lo que es increíble es el carácter mundial de este problema”, dice Stuart Butchart, director científico de BirdLife International. “Hay un mensaje consistente que expresa que el cambio climático está causando problemas a las especies de [varios] lugares”.
Pareciera que las aves son quienes transmiten este mensaje: tienen una reacción muy alta a los cambios en su medioambiente y por ese motivo se las estudia tanto. Con motivo de la Conferencia de las Partes (COP21) a celebrarse en París la semana entrante, esta “enorme cantidad de evidencia” de cómo el calentamiento global influye en la supervivencia de las especies resulta aún más pertinente, dice Butchart. “Queremos atraer la atención a la importancia de que la gente mitigue el cambio climático y reduzca estos riesgos”.
Estos son los cinco mayores obstáculos que las aves enfrentan con el calentamiento global, según el informe.
Un hábitat hostil
Mientras el planeta se calienta, las aves buscan temperaturas más frías trasladándose hacia arriba, tanto en latitud como en altitud. Más de la mitad de las aves de América del Norte podrían tener que abandonar sus hábitats idóneos para el 2080, según predice el Informe sobre Las Aves y El Cambio Climático de Audubon. Por ejemplo, el colimbo común (ver abajo) podría tener que irse al norte de Minnesota para buscar temperaturas más adecuadas a causa del calentamiento global que habrá en las próximas décadas. Todos estos cambios en la zona de distribución de estas especies implican que deberán encontrar nuevas fuentes de alimento y refugio, que quizás no hayan en esos lugares.
Mientras tanto, existen muchas especies, incluidas las que habitan en islas bajas, pastizales africanos, valles mexicanos y en los bosques del sur asiático que ya experimentan una contracción en sus zonas de distribución a medida que avanza el calentamiento, y algunas especies están trasladándose a terrenos más altos, aunque es probable que, en algún momento, ya no tengan a dónde subir.
Una de las revisiones citadas en el informe también revela que al menos 171 especies de aves responden en forma positiva al calor. Estas aves, incluidas la cetia ruiseñor y el busardo calzado, prosperan en temperaturas más cálidas.
Olas de inanición
Las estaciones son el reloj biológico de las aves: durante la migración, sincronizan sus vuelos con el momento en el que saben que habrá una buena cantidad de alimento disponible en su punto de destino; y lo mismo sucede cuando buscan dónde y cuándo anidar. Pero, a medida que el calentamiento global adelanta las estaciones, los calendarios de las aves se ven arruinados, y esto puede generar resultados catastróficos. En el Ártico, por ejemplo, el alza en las temperaturas genera que los huevos de los insectos que habitan en el suelo congelado eclosionen antes, y eso causa que abandonen la costa y no sirvan como fuente de alimento para los polluelos de las aves costeras, como el correlimos de Baird. Las aves intentan adaptarse acelerando su proceso de reproducción, pero sus polluelos continúan sin aprovechar los períodos de disponibilidad máxima de alimento.
Fenómenos meteorológicos extremos
Las olas de calor, las sequías, los incendios y las súper tormentas pueden causar “naufragios en masa”, sobre todo cuando se intensifican por el cambio climático. A medida que las temperaturas sofocantes se vuelven normales en América del Norte, las aves pequeñas se ven obligadas a acelerar su metabolismo para mantener sus cuerpos frescos, pero llega un momento en el que ya no tienen energía para hacerlo y sus posibilidades de supervivencia disminuyen considerablemente. Las lluvias y los vientos fuertes también pueden causar situaciones de mortalidad en masa de las aves costeras: las muestras indican que el cormorán moñudo, se encuentra particularmente en peligro.
Depredadores agresivos
En algunos lugares, el cambio climático está generando que los cazadores se vuelvan presas. En la República Checa, por ejemplo, aves insectívoras como el papamoscas acollarado y el carbonero común enfrentan cada vez más ataques de las crecientes poblaciones de roedores. Las temperaturas altas favorecen a los depredadores, que se alimentan de huevos, y esto les permite expandirse y alcanzar más nidos de aves cantoras. James Pearce-Higgins, director científico del Fondo Británico para la Ornitología, dice que estos tipos de cambios en la interacción entre cazadores y presas pueden complicarse aún más en sitios donde una especie puede sobrevivir.
Virus exóticos
El calentamiento global está acarreando enfermedades a zonas que anteriormente estaban libres de contagio. En el Refugio Nacional Hakalau de Vida Silvestre, en Hawaii, el cambio climático está causando que las condiciones de las montañas sean más adecuadas para los mosquitos que transmiten malaria, que actualmente se trasladan hacia arriba y propagan la enfermedad a zonas nuevas, y a más aves. A escala mundial, Butchart agrega que existen factores medioambientales estresantes que podrían causar en las aves una mayor vulnerabilidad hacia estas enfermedades, aunque la relación aún no resulta clara.
El resultado
Los Mensajeros no solo predicen estos resultados directos: la segunda mitad apunta a definir soluciones que sirvan tanto para las personas como para los animales silvestres. La idea central es que al hacer los hábitats más saludables, podrán resistir y adaptarse al calentamiento, y ser capaces de actuar como sustento de los animales silvestres. Además, el informe señala que la manera obvia de detener el calentamiento global y evitar las peores situaciones es manteniendo el carbono en el suelo.
En otras palabras, la conservación de la vieja escuela podría ser la mejor receta. Preservar las barreras naturales como los humedales y los arrecifes, posibilitar prácticas sustentables de agricultura y deforestación, controlar las poblaciones de animales silvestres a través de la ciencia cívica: estas medidas ayudarían a preservar el medioambiente y resultan posibles aún en países en vías de desarrollo que enfrentan las mismas amenazas pero no cuentan con infraestructura ni tecnología abundantes. El informe enfatiza que debemos conservar las áreas de aves y de biodiversidad que son importantes, y también que debemos lograr que se protejan nuevos lugares. Estos sitios son vitales para que las aves encuentren refugio, alimento y un lugar donde criar a sus polluelos, pero también son valiosos para las personas. “El motivo por el cual las aves prosperan en estos lugares es por la riqueza de la actividad biológica y su ecología vibrante”, dice Gary Langham, Director Científico de Audubon. “Nos dan sitios de pesca saludables, agua y aire puros, y muchas otras cosas que necesitamos para tener una buena calidad de vida”.
Las aves nos están hablando. Esperemos que los líderes mundiales que van a París la semana próxima escuchen su mensaje. Y para aquellos que no podrán ir a París, aquí hay otras maneras de ponerse en acción.