“Mantener las aguas navegables limpias”. Suena simple, aunque en la práctica es todo menos eso. Durante décadas, la Agencia de Protección Ambiental ha llevado adelante esa tarea con dificultad, después de que la Ley de Agua Limpia (Clean Water Act) de 1972 le diera la autoridad para regular los “cursos de agua navegables”. No obstante, “navegable” no incluye los arroyos y humedales pequeños, y el agua en esas zonas suele fluir hacia otros cuerpos de agua de mayor tamaño. Nunca estuvo claro si la EPA podía regular toda esa agua antes de que alcanzara un curso navegable.
Por eso, en 2015, el gobierno del ex presidente Obama finalizó la Reglamentación Sobre Agua Limpia, llamada Reglamentación Sobre las Aguas de los Estados Unidos o WOTUS, con el objetivo de crear una definición útil para orientar el trabajo de la EPA. Según la misma agencia, el limbo jurídico que había antes de esta norma afectaba al 60% de los arroyos y humedales del país.
Incluso con esa restricción, la Ley de Agua Limpia ha tenido algo de éxito, al recuperar ríos como el Cuyahoga, en Ohio, tristemente conocido como el “río que se prendió fuego”, después de décadas de contaminación urbana e industrial. En total, WOTUS estableció fuentes de agua potable para 117 millones de personas bajo la jurisdicción de la EPA (alrededor de un tercio de la población del país).
No obstante, el presidente Trump considera que se trata de un caso de reglamentación excesiva y firmó un decreto el pasado 28 de febrero que podría conducir a dejar sin efecto esta normativa. Pero nada cambiará en lo inmediato. WOTUS no puede anularse con una firma apresurada. Sin embargo, no cabe duda de que este acto es una declaración sobre los objetivos del actual gobierno. “No creo que les vaya a resultar sencillo, pero es claramente una de sus prioridades”, declaró Karen Hyun, directora de Políticas Sobre Aguas y Costas de Audubon.
Primero, retrocedamos un poco: ¿Qué significa el acrónimo WOTUS? Esta reglamentación, con 74 páginas en letra pequeña, no crea ninguna norma nueva. En vez de eso, aclara a qué clases de cursos de agua corresponden las normas de la Ley de Agua Limpia, con base en dos palabras de un fallo de la Corte Suprema y mucho trabajo científico.
Esto fue lo que ocurrió con un fallo de la Corte Suprema en 2006: cuatro jueces consideraron que la EPA tenía derecho a regular todos los lugares donde circula agua en cualquier momento del año. Otros cuatro miembros del tribunal adoptaron una definición mucho más estrecha: únicamente los cursos de agua navegables (el decreto del presidente Trump exige que se observe este segundo criterio). Simple y llanamente: el juego está trancado.
El magistrado restante, Anthony Kennedy, inclinó la balanza en favor del segundo grupo al exigir una nueva reglamentación, pero no coincidió con limitar la autoridad de la EPA tan solo a los cursos de agua navegables. En vez de eso, pidió que la norma abarcara todos los humedales que tuvieran un “nexo significativo” con esos cursos navegables. En otras palabras, todos los humedales que tengan influencia verdadera sobre los cursos de agua bajo la jurisdicción de la EPA. Además, Kennedy no dejó claro si, en su opinión, se deben aplicar los mismos criterios para los arroyos, según un análisis publicado en Politico.
La reglamentación WOTUS de 2015 fue la respuesta de la administración Obama a este llamado a resolver el asunto. La EPA tradujo el pedido de Kennedy de un “nexo significativo” en algo que se pudiera determinar empíricamente y luego produjo un documento de 400 páginas que ahonda en el modo en el que una serie de diferentes características del agua afectan los ríos. Los autores de ese documento mencionan el “nexo significativo” 391 veces en esas 400 páginas, lo cual podría hacer que la Corte Suprema tenga menos probabilidades de oponerse a la reglamentación en caso de que el conflicto llegue a esa instancia.
Muchas de las características del agua mencionadas por la EPA en este análisis científico también son muy importantes para las aves, y no solo los humedales, que son lugares de concentración de aves, y filtran y alimentan nuestras fuentes de agua potable, sino también los arroyos intermitentes que terminan en cursos de agua importantes, así como las depresiones en las praderas que son el cimiento de la “fábrica de patos” del país. Según Alison Holloran, directora ejecutiva de Audubon Rockies, millones de aves acuáticas llegan al norte del Medio Oeste para aprovechar los alimentos en las depresiones en las praderas. “Si se [destruyen esas aguas], ya no importa lo que harán en sus hábitats de invernada”, comenta sobre aves como cerceta alas azules y el pato coacoxtle. “Si estas aves no tienen [agua limpia], desaparecerán; es simple”.
Durante el gobierno del ex presidente Obama, la EPA argumentó que la reglamentación facilita el proceder de las empresas, dado que cuando hay definiciones más claras, se pueden comprender mejor las regulaciones. La administración anterior tampoco modificó las reglas sobre agricultura ni agregó nuevos requisitos. Pero el presidente Trump no está de acuerdo con esto. Su decreto exige una política que conserve un equilibrio entre mantener libres de contaminación los cursos de agua navegables, “promover el crecimiento económico” y “minimizar la ambigüedad jurídica”.
Al igual que con el fallo de la Corte Suprema de 2006, las pautas del decreto de Trump no están muy claras. “En particular, parece ignorar las industrias que se basan en un medioambiente saludable, como la recreación y la caza”, dice Hyun. E introducir normas que compiten entre sí no clarifica la reglamentación para las empresas. “Es difícil construir un proyecto sin saber qué regla está vigente, sobre todo cuando son tan diferentes”, declaró.
Esta es en parte la razón por la que Bradley Cornell, a cargo de la política de Audubon Florida en el sudoeste de ese estado, se siente tan frustrado por este decreto. “[WOTUS] aclaraba el asunto de manera razonable”, declaró. “Estábamos por conseguir claridad y nos la han quitado”. En su vecindario, él está particularmente preocupado por lo que todo esto significa para la cigüeña americana, que necesita el alimento abundante que encuentra en los humedales estacionales poco profundos, la clase de lugar que es un blanco muy fácil para la industrialización y su contaminación asociada si no se clarifica la WOTUS. Este año, las cigüeñas americanas están nidificando debido a que llovió abundantemente el año pasado. Pero en “años normales en que deberíamos verlas anidar, ya no lo hacen”, señaló.
Es importante tener en cuenta que los decretos parecen inmediatos, pero en realidad no es así. Trump apenas está dando inicio a lo que será un largo proceso. La norma WOTUS se completó hace demasiado tiempo como para que el Congreso pueda eliminarla rápidamente, como hizo con una norma que prohibía las fugas de gas metano.
En vez de eso, la EPA y su nuevo administrador, Scott Pruitt, necesitan pasar por el proceso estándar de establecimiento de reglamentaciones, incluido un período de audiencias públicas. Según el periódico The New York Times, eso podría prolongarse más allá del primer mandato de Trump. Incluso una vez que se completa una reglamentación, es casi seguro que alguien la impugnará, al igual que otros han impugnado la propia WOTUS (que es la razón por la que esta normativa aún no ha entrado en vigencia).
Mientras se prolongue la ambigüedad, será difícil saber con exactitud qué cambios habrá o cuándo entrarán en vigencia. Sin embargo, la intención del gobierno de Trump es clara: revertir las políticas de protección del medio ambiente que dejó Obama cueste lo que cueste, aunque hayan sido eficaces para proteger la vida humana y aviar.