MISSION, TEXAS—El Valle del Río Grande en el sur de Texas es un punto de intersección ecológica único en el país. Allí, las praderas de la Costa del Golfo se encuentran con el Campo de Matorral del Sur de Texas, la Ruta Migratoria Central se cruza con la Ruta del Misisipi, y los Estados Unidos se encuentra con México. En las márgenes del Río Grande sobreviven los últimos restos de bosque espinoso subtropical, y la variedad de especies silvestres—aquí se han avistado más de 500 especies de aves, incluidas las que solo suelen encontrarse en climas tropicales y subtropicales—hace que el valle recaude $463 millones por año gracias al turismo de naturaleza.
Pero esta intersección única se ve ensombrecida por cambios. El aumento de la población en el Valle del Río Grande está ayudando a que Texas se convierta en el estado que crece a mayor velocidad. La demanda de bienes hacia el norte y el sur hace que el flujo en las autopistas sea permanentemente intenso. Y la visión de un plan de seguridad fronteriza ampliado se avecina.
Si bien esos cambios son difíciles de ignorar, en la mañana del 4 de enero no nos concentramos en ellos. Nos encontramos en una calzada blanquecina, hecha de un cemento natural llamado caliche, encima de un dique—el punto más ventajoso para avistar aves en esta llanura aluvial del Parque Estatal Bentsen-Río Grande Valley, parte del World Birding Center.
Los diques federales de Mission también representan los emplazamientos en los que el gobierno se ha asegurado una primera financiación para una nueva sección del muro fronterizo: seis millas de vallado de acero y cemento y decenas de pies de alto. La construcción estará coronada con un alumbrado industrial cuyo resplandor se hará presente durante toda la noche. A pesar de una riesgosa parálisis de financiación en Washington, la construcción de este tramo comenzará en febrero. Esta sección se sumará a otras ya existentes y aisladas que se construyeron hace una década. En muchas áreas, los bolardos de acero paralelos y oxidados yacen a miles de pies al norte del río.
Un Ford F-150—blanco con la franja verde distintiva de la Patrulla Fronteriza de los EE. UU.—circula despacio por el punto en el que se encuentra nuestro grupo mientras contamos la cantidad de Pelícanos Blancos Americanos que vuelan sobre nosotros. Este año, las grandes aves blancas con sus características bolsas en la garganta para engullir peces están por todas partes.
"Otro," se lamenta Roy Rodríguez en broma. Es intérprete del Departamento de Parques y Vida Silvestre de Texas y líder del círculo del Conteo Navideño de Aves de Audubon en el área del Parque Bentsen-Anzalduas, que comprende esos dos parques y el Centro Nacional de Mariposas, una organización privada sin fines de lucro que el año pasado atrajo la atención de la Nación luego de que agrimensores visitaran el sitio con motivo del trazado de los planos del muro fronterizo. Como un subastador, Rodríguez relata rápidamente una mezcla de observaciones, hechos e indicadores. A su vez, avista incluso las aves que parecen quieren pasar desapercibidas. Joanne Mozynski, encargada de la lista y relativamente nueva en el avistaje de aves, se encuentra con el desafío de seguir su ritmo. "No voy a anotar más pelícanos", bromea después de que otros nueve pasan aleteando.
Casi todos los años desde 1959, los ornitólogos han pasado un día de invierno contando las especies de aves en un círculo de 30 millas trazado alrededor de esta parte del Río Grande. La tradición es parte del Conteo Navideño de Aves anual de Audubon, y círculos en cientos de sitios a lo largo y a lo ancho de los Estados Unidos han contribuido a un conjunto de datos de las poblaciones de aves de larga data. Rodríguez relata que solía hacer el recuento a ambos lados de la frontera en la década del '90 y al principio de la década del 2000. Para ello, se relacionaban con terratenientes mexicanos y luego compartían los resultados con las personas interesadas en el tema. En la actualidad, el conteo se realiza al norte de la frontera.
"Hay un Gavilán Colirrojo", exclama Rodríguez. "Y hay un ave Caracara", el ave de rapiña de pico anaranjado brillante que con frecuencia suele confundirse con el ave nacional de México. (La bandera del país en realidad presenta un Águila Real).
Desde un altavoz llega un anuncio en español que cruza la frontera y llega hasta un campo de caña de azúcar que estamos vigilando, donde hemos avistado Garcetas Grandes, Espátulas Rosadas , y un Mosquero Cardenal. Rodríguez señala un Águila Aliancha que no esperaba ver en esta época del año. Explica que la población de esta ave de rapiña posada, que se reproduce en el este de los Estados Unidos e inverna en América del Sur, podría haberse reducido como consecuencia de uno de los muchos huracanes del año 2018. O podría ser un ave joven confundida.
"Estamos tan al sur que prácticamente estamos en los trópicos", comenta. "Esto significa que algunas de estas aves no necesitan desplazarse mucho más al sur" para sobrevivir durante el invierno.
El Río Grande, el único río de gran caudal por unas cien millas, oficia de frontera natural entre los Estados Unidos y México, desde el Golfo de México hasta El Paso en la zona occidental de Texas—aproximadamente la mitad de la longitud total de la frontera. Cuando las temperaturas aumentan drásticamente y aparecen las sequías, los animales viajan de un lado a otro del fresco río para detenerse a beber en las resacas, el nombre que reciben los meandros aislados del Río Grande. Rodríguez explica que, durante el transcurso de aproximadamente un siglo, se secarán de manera natural. De este modo, se unirán a muchos de los lechos de arroyos que albergan agua solo en caso de precipitaciones abundantes. Las especies silvestres raras abundan. Entre ellas se incluyen ocelotes y yaguarundíes amenazados a nivel federal y aves exóticas como el picogrueso cuellirrufo, el realejo azul, y el anambé degollado, que raras veces se avistan en Estados Unidos.
La construcción del nuevo muro pone todo eso en riesgo. Cuando el Departamento de Seguridad Nacional comience una construcción en un tramo de ocho millas y otro de seis millas en febrero, los trabajadores allanarán 150 pies de tierra al sur de la barrera para crear una "zona de aplicación" que estará iluminada por alumbrado industrial. Los muros, que se asentarán sobre los diques existentes, dividirán el Centro Nacional de Mariposas y el Parque Estatal Bentsen, dejando el centro de visitantes del parque al norte del muro y la mayor parte de sus 797 acres al sur. El Departamento de Parques y Vida Silvestre de Texas podría verse obligado a cerrar el parque por completo.
El departamento no se encuentra a favor del muro. Hace poco, su director instó a la población a solicitarle a los funcionarios electos que quitaran al parque del camino del muro. (El Congreso descartó una sección planeada que iba a pasar cerca del Refugio Nacional de Vida Silvestre Santa Ana debido a las protestas de la población). El Centro Nacional de Mariposas, hogar de más de 200 especies de mariposas, también ha manifestado su desacuerdo con estos planes.
Como si esto fuera poco, en octubre más de 2,500 científicos, incluidos algunos de los nombres más relevantes en el campo de la ecología, expresaron su “inquietud compartida” con respecto al modo en que las secciones del muro actuales y futuras podrían afectar a las especies silvestres. Los científicos expresaron por escrito que los muros destruyen y fragmentan el hábitat, alteran el curso del agua, erosionan los suelos, destruyen la vegetación autóctona y, de manera directa o indirecta, matan a los animales. Hacen que las especies silvestres amenazadas queden en peligro de extinción. La luz intensa durante toda la noche desorienta y confunde a los animales. Y la infraestructura asociada al muro, tal como caminos y bases, intensifican el daño.
Los agentes patrullan regularmente los caminos del área e incluso permanecen en los estacionamientos de los parques fronterizos. No es raro ver un helicóptero de la Patrulla Fronteriza volando bajo ni una mezcla de agentes locales, estatales y federales desplazándose por la zona a toda velocidad. Aún así, la cantidad de inmigrantes indocumentados arrestados en la frontera se encuentra en los niveles más bajos desde los años '70. Durante el año fiscal 2018, la Patrulla Fronteriza detuvo a 396,579 inmigrantes indocumentados. Los arrestos en la frontera vieron su pico máximo en el año 2000, cuando se registraron 1,643,679.
Para acceder al Río Grande y sus aves, se debe atravesar el sistema federal de diques, que abraza la periferia del Río Grande. Sin embargo, en 2016 la Comisión Internacional de Límites y Aguas, que es propietaria de los diques, comenzó a colocar puertas rojas en las entradas y a colocar carteles que prohíben el acceso.
"No podemos acceder a algunas de las zonas a las que solíamos ir", relata Jonie Hubinger, “ni siquiera en este círculo de Conteo Navideño de Aves”. Ella y su esposo Mark, una pareja de Michigan que suele pasar el invierno en Texas, notaron los cambios cuando comenzaron hace varios años. Ella cuenta que los agentes de la Patrulla Fronteriza que patrullan el dique le dijeron personalmente que no podía estar allí.
Rodríguez explica que el gobierno controla el acceso a grandes tramos del radio que abarca el conteo de aves. "Nos dicen a cuáles podemos acceder y a cuáles no". Este año, el cierre gubernamental, que comenzó a fines de diciembre, le impidió obtener los permisos para acceder a áreas en las que tradicionalmente se suele realizar el conteo. Además, cuenta que incluso cuando el gobierno está en actividad, a veces los permisos no se conceden por cuestiones de seguridad.
El avistaje reciente de un Gavilán Caminero, un visitante poco frecuente en Texas, puso a prueba la relación entre ornitólogos y patrulleros fronterizos. El ave merodeaba en un área cercana al Parque Estatal Bentsen, en el interior de una propiedad del Servicio de Pesca y Vida Silvestre de los Estados Unidos conocida como los Establos de la Patrulla Fronteriza. "Venía gente de Houston, Austin, San Antonio, El Paso, e incluso de fuera del estado para ver a esa ave en particular”, cuenta John Ebner, un participante del conteo que visitó al gavilán. Comentó que antes se podía ingresar a la propiedad federal en automóvil, pero que ahora eso ha cambiado. Con frecuencia, la puerta está cerrada. No obstante, cuenta que los agentes de la Patrulla Fronteriza toleraron la presencia de los observadores de aves que llegaban de visita.
Al hablar con Audubon, la Patrulla Fronteriza reiteró que el área se encuentra cerrada al público. Un vocero del órgano afirma que la zona continúa siendo explotada por "organizaciones criminales transnacionales”, o carteles. (Si bien los carteles participan en el tráfico ilegal de personas, la mayoría de las drogas que transportan a través de la frontera entran por puertos de ingreso autorizados.)
Todos los años, la comida a la canasta marca el final del conteo y luego se comienza a pasar lista. El grupo está relajado. La comida se ha terminado. Los binoculares se dejan a un lado. Rodríguez presenta a Ángela Rojas, una joven botánica del parque, y la felicita por su primer conteo. Los veteranos del conteo se hacen eco unos de otros, confirmando los patos, las aves de rapiña, las aves de caza y las garzas que han avistado.
Según el coordinador de larga data del Conteo Navideño de Aves, la construcción del muro—a unas meras semanas de distancia y a unos pocos cientos de pies de donde se encuentran sentados—no debería afectar la integridad del conteo de aves. Este grupo de avistaje ha sabido aprender a adaptarse en reiteradas oportunidades. "No tenemos que llegar a todos y cada uno de los puntos de ese círculo", afirma. "Nada va a cambiar el hecho de que el Conteo Navideño de Aves se realizará todos los años".
Son las 6:30 p.m. y el sol de invierno ya ha desaparecido. Una vez finalizado el conteo, Rodríguez cuenta 159 especies en un área de varias millas. "Una más que el año pasado", confirma. Quedan tres días para detectar algunas más.
Afirma que el modesto incremento es bueno. Es una señal de que la población está resistiendo a pesar de los cambios que se están realizando aquí, en el mismo sur de Texas.
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