Lo que ocurre con las aves que habitan huecos en los árboles es que no pueden hacerlo en cualquier hueco. Muchas especies dependen de determinadas plantas para refugiarse, reproducirse y posarse. Si estos árboles huéspedes desaparecen, lo mismo podría ocurrirles a las aves. Eso ya ha pasado en algunos casos conocidos como la extinción del Carpintero real, que anidaba principalmente en los cipreses gigantes de Luisiana, Arkansas y Florida. Luego de que los leñadores talaran esos árboles, el Carpintero real desapareció junto a ellos.
Para que otros carpinteros amenazados no tengan el mismo destino, la industria maderera debería pedir a los leñadores que no talen la cantidad y los tipos de árboles necesarios que estas aves necesitan para prosperar. Debería es la palabra clave. Las prácticas actuales consisten simplemente en pasar por alto los grandes árboles muertos —llamados “cronoxilos”— que los carpinteros pueden utilizar para sus nidos.
La ciencia ha demostrado que la tala selectiva hace más que sólo salvar pájaros carpinteros: proteger sus espacios también les proporciona un hogar seguro a otros animales. Los carpinteros suelen abandonar sus nidos después de un tiempo, dejándolos libres para que los utilicen otras aves, a menudo durante décadas. A esto se lo conoce como la “red de nidos”, interacciones entre especies que utilizan los nidos de la otra, una especie de resorts de tiempo compartido para aves.
Al menos, así funciona en América del Norte. Pero la investigación en Argentina ha demostrado que las redes de nidos en ese lugar pueden funcionar de manera diferente, y el nuevo modelo basado en esta investigación ha descubierto que estas diferencias en las preferencias de nidificación podrían tener repercusiones importantes para la gestión forestal del país.
“La mayoría de las especies no excavadoras no utilizan huecos hechos por carpinteros”, dice Román Ruggera, investigador de la Fundación CEBio en Jujuy, Argentina. Junto a sus colegas, examinó huecos durante más de 10 años y descubrió que los loros, las lechuzas, los carpinteros y otras aves de la región dependen de grietas naturales en árboles vivos en descomposición. A diferencia de América del Norte, estas aves reciclan los nidos del carpintero solo el 9 por ciento de las veces.
Cuando Ruggera y su equipo comenzaron su investigación, no se propusieron refutar la antigua conducta de compartir nidos. Les interesaba ver cómo funcionaba la red de nidos en las pocas áreas restantes de bosque virgen subtropical al pie de la montaña en el noroeste de Argentina. La gran mayoría de los bosques bajos de caducifolio en la región, dice, ya se han transformado para dar paso a la agricultura, pastura y áreas urbanas, por lo que proteger los bosques restantes es fundamental para preservar la biodiversidad de la región.
Pero una vez que el equipo descubrió esta información sorprendente, decidió investigar más los potenciales impactos. La investigación más reciente de Ruggera y sus coautores, publicada a comienzos del verano en la revista Forest Ecology & Management , analiza el comportamiento de 15 especies de aves diferentes que habitan huecos en 11 tipos de árboles. Comenzando con cuatro tipos locales de pájaro carpintero, el Carpintero Lomo Blando, el Carpintero Verdidorado, el Carpintero Oliva Yungueño y el Carpinterito Común, Ruggera y su equipo llevaron a cabo una serie de simulaciones para ver qué ocurriría si las tres especies más importantes del área, palo blanco, vilca y cedro orán, desaparecieran. Los tres tipos de madera son muy valoradas por los leñadores, de acuerdo con un estudio de 2013 en el que se clasifica al cedro orán como gravemente explotado. Los científicos también simularon un segundo y tercer supuesto para incluir aves no excavadoras, como lechuzas y trepadores.
Una vez más, los investigadores descubrieron diferencias importantes del patrón de América del Norte. En sus simulaciones, los carpinteros y las lechuzas persistieron luego de la pérdida de los árboles porque dependían de muchos tipos de madera. Sin embargo, era probable que otras siete especies de aves se extinguieran en la región si se talaban muchos de los árboles vivos: el Bienteveo Rayado, la Amazona Frentiazul, el Trepador Gigante, el Loro de Maximilian, el Trepador Colorado, el Autillo Fresco y una variedad local del halcón de bosque.
“Si una determinada especie de aves utiliza solo huecos de una especie de árbol determinada, y esa especie de árbol se extingue, lo mismo ocurrirá con la especie de aves”, afirma Ruggera. Al menos, según el modelo. Es posible que las aves puedan encontrar alternativas si sus árboles preferidos desaparecen, una posibilidad a la que Ruggera busca encontrar una respuesta, a través de su investigación continua en otros sitios.
Jeff Walters, investigador de pájaros carpinteros y profesor de biología en Virginia Tech, quien no participó en la investigación, dice que el trabajo en Argentina es importante. “Las redes de nidos son un área de estudio relativamente nueva”, dice. Los descubrimientos de Ruggera tienen repercusiones para la conservación que van más allá de salvar antiguos árboles muertos para los excavadores, afirma Walter. “Ahora nos damos cuenta que es mucho más amplio. Se debe comprender el mecanismo subyacente para la creación de huecos en los árboles”.
Gina Tarbill, técnica del Servicio Forestal de los Estados Unidos, quien ha estudiado la red de nidos de los carpinteros en la región de Sierra Nevada, dice que esto significa que es posible que los administradores forestales en Argentina tengan que hacer más que solo preservar cronoxilos. “Los Carpinteros son ingenieros del ecosistema en muchos bosques de coníferas, por lo que las recomendaciones de cronoxilos se han centrado principalmente en cubrir sus necesidades”, afirma. “Fue prudente por parte de los autores destacar que esto puede no ocurrir en los bosques de caducifolio de América del Sur y que la conservación de la comunidad que depende de los huecos requerirá mantener tanto los cronoxilos como los árboles vivos”.
El tiempo no favorece a las aves. Un informe del año 2015 de la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación descubrió que Argentina perdió el 22 por ciento de sus bosques durante el último cuarto de siglo y que continúa perdiendo un 1 por ciento adicional cada año. Ruggera afirma que la industria maderera necesita adoptar nuevas políticas de administración a la brevedad para evitar un “deterioro rápido y radical de la biodiversidad en estos sistemas forestales”.
Pero es posible que haya una solución directa en este caso. Los investigadores dicen que se debe considerar como prioridad la conservación del palo blanco, el más esencial de los tres tipos de árboles, especialmente ya que los propietarios de tierras están evaluando qué talar o conservar en sus propiedades. Ruggera, en lo personal, tiene la esperanza de que los leñadores reciban esta nueva información y trabajen junto a ecologistas para salvar al palo blanco, y a todas las aves que lo consideran su hogar.