Los colibríes, quetzales y guacamayas son algunas de las aves más impresionantes de Sudamérica, pero también algunas de las más vulnerables. ¿Cómo saber dónde habitan para protegerlas, así como los hábitats en los que viven o los paisajes que frecuentan?
Cuando se estudia el grado de amenaza de una especie, los investigadores suelen empezar con un mapa de su distribución geográfica o área de distribución, que proporciona información sobre dónde se encuentran y, por tanto, sobre las amenazas a las que se enfrentan. Pero el "dónde" no es lo único importante. El tamaño también importa: las especies con áreas de distribución más pequeñas tienden a tener también poblaciones más reducidas, un hábitat escaso y, por tanto, suelen estar más amenazadas de extinción.
Crear estos mapas de distribución geográfica ha sido una de las actividades más demandantes de los biólogos y científicos, una que puede llegar a ser muy técnica y solo al alcance de especialistas, por lo cual pocas personas utilizan estas metodologías. También están los mapas de experto, con un menor uso de datos, dejando en sus manos y a su criterio el registro de un determinado grupo biológico, lo que hace que estos mapas sean más difíciles de actualizar.
El punto intermedio entre el eficiente uso de datos y herramientas más amigables lo han logrado cuatro investigadores, como se puede apreciar en el artículo que publicara el pasado 5 de octubre Diversity & Distributions, una de las publicaciones más prestigiosas y rigurosas en materia de conservación. Los investigadores Rubén Dario Palacio, de la Universidad de Duke; Pablo Negret, de la Universidad de Queensland; Jorge Velásquez-Tibatá, de la National Audubon Society; y Andrew P. Jacobson, del Catawba College, proponen en su documento A data-driven geospatial workflow to map species distributions for conservation assessments un nuevo flujo de trabajo automatizado para trazar la distribución de una especie.
El objetivo del nuevo flujo de trabajo es proporcionar un método basado en datos para trazar las distribuciones de las especies con mayor precisión y de forma reproducible. La elaboración de mapas de distribución más precisos, sobre todo en el caso de las especies menos conocidas o con áreas de distribución reducidas, puede beneficiar de forma significativa a las especies amenazadas y, por lo tanto, generar la atención necesaria para su conservación.
"Estimar con precisión la distribución de las especies y actualizarla periódicamente a lo largo del tiempo es una de las mejores formas de conocer su situación", afirma el autor principal Rubén Darío Palacio, quien también es director científico de Fundación Ecotonos, organización dedicada a la conservación de la biodiversidad en Colombia . "Para entender la diversidad de la vida en este planeta, y su estado, necesitamos mapas. Por lo tanto, es fundamental evaluar el proceso de elaboración de estos mapas de distribución de las especies, y replantear la forma en que se hacen según sea necesario a lo largo del tiempo", señaló Palacio.
Y añade: "Desgraciadamente, la mayoría de los mapas de distribución han sido elaborados a mano por un pequeño equipo de expertos basándose en su juicio y conocimiento de las preferencias de hábitat de una especie. Aunque este proceso puede ser preciso, y es la forma en que se han realizado la mayoría de los mapas de distribución existentes, también es lento e idiosincrásico. Hay más de 10.000 especies de aves y millones más de especies de diversas formas y tamaños. Sencillamente, el tiempo, los datos y la habilidad son lujos que no tenemos. Necesitamos mapas del área de distribución precisos y actualizados con regularidad que permitan seguir los cambios a lo largo del tiempo".
Cartografía en tiempo real
El flujo de trabajo propuesto ofrece precisamente esa alternativa estandarizada a las estimaciones de áreas de distribución dibujadas a mano y puede cartografiar la distribución de muchas especies de forma rápida y repetida. Consiste en un proceso de cinco pasos que refina la estimación de la distribución de una especie en un mapa bien dibujado de las posibles áreas de hábitat que rodean los puntos de presencia conocidos. Probado en más de 700 aves de América, el flujo de trabajo demostró ser más preciso que los mapas tradicionales dibujados por expertos y puede ser aplicado por cualquier persona con conocimientos básicos en Sistemas de Información Geográfica.
El profesor Andrew Jacobson, del Catawba College y coautor del estudio, afirma: "He trabajado en la creación de los mapas de distribución de algunas de las especies más emblemáticas del planeta: el león, el guepardo y el leopardo. Sin embargo, el proceso para cada especie requería años de esfuerzo y docenas de expertos antes de elaborar un mapa actualizado. Este enfoque simplemente no es viable para la gran mayoría de la vida en la Tierra".
Jorge Velásquez-Tibatá, coautor igualmente de este estudio e investigador de Audubon Americas, ya ha empezado a utilizar este enfoque con fines de conservación. "Este nuevo flujo de trabajo está ayudando a nuestra organización a identificar áreas que son importantes tanto para las aves migratorias, como para las residentes en América Latina, y que serían elegibles para la financiación en el marco de Conserva Aves, una iniciativa de múltiples socios para proteger dos millones de hectáreas de hábitat crítico para las aves en toda América Latina. Esto es justo lo que necesitamos para avanzar con rapidez y seguridad en la protección de las especies amenazadas".