Chile es el país de las aves. Esta afirmación puede sonar un poco exagerada y muchos expertos dirán que estamos muy detrás en cuanto a diversidad de aves si nos comparamos con países como Colombia – que con justa razón podría reclamar el título que ostenta. Pero no quiero faltar a la verdad y, al final de esta columna, espero que también puedan afirmar con orgullo que somos el país de las aves.
Parto desde lo básico: en Chile encontramos 528 especies de aves, de las cuales 322 se reproducen en el país. Estos números pueden parecer pequeños si, nuevamente, nos comparamos con otros países. Pero bastan casi 530 especies de aves para movilizar a 117 nuevos observadores de aves, según datos de eBird Chile, posicionándonos en el quinto puesto del listado de países con mayor número de nuevos eBirders durante el último October Big Day. Según la misma fuente, Chile se ubica sexto dentro del listado de países con mayor número de checklists (listas de verificación de aves), con un total de 2.958, superado por Estados Unidos, Canadá, Colombia, India y Costa Rica (éste último con tan sólo una lista más). Según un estudio de mercado del aviturismo que Audubon Américas lanzará prontamente, se estima que los observadores de aves en nuestro país ascienden a un poco más de 19 mil y la tendencia es al alza. Algo tiene Chile y sus aves que llama la atención de tantas personas.
Seguramente esto se debe, en parte, al colorido de algunas de nuestras aves, desde el emblemático siete colores, la loica y el picaflor de Juan Fernández, entre muchas otras que nos deleitan con una gama de brillantes colores. O también por cuenta de aquellas aves cuyas gamas de gris, café, negro y blanco nos retan a agudizar la vista para poder encontrarlas. Y, quizás lo más importante, nuestro país proporciona una inmensa diversidad de ecosistemas, algunos dirían incluso que Chile tiene latitudes para todas las aves. Desde el desierto de Atacama (el más árido del mundo), el altiplano, las cordilleras de los Andes y de la Costa, bosques templados, bosques siempreverdes, la Patagonia, los bosques subantárticos, la misma Antártica, nuestra extensa costa y sus múltiples humedales. No olvidemos los ecosistemas insulares y la inmensidad del Océano Pacífico. Estos paisajes demuestran la singularidad y gran valor de las aves que habitan este rincón del planeta, albergando el 5% de las aves del mundo, con representación del 56% de los órdenes de aves existentes y muchas de ellas son endémicas del cono sur de Sudamérica.
Además, Chile juega un rol clave en la protección de las poblaciones de aves a nivel mundial. Sólo basta con mirar algunos datos. Es el segundo país en el mundo con la mayor cantidad de especies de aves marinas globalmente amenazadas, y donde muchas de estas aves se reproducen. Por otro lado, entre octubre y marzo, Chile proporciona refugio y alimento a cientos de miles de aves playeras migratorias, que luego deben emprender desafiantes y extenuantes viajes para llegar sus lugares de reproducción en el hemisferio norte. Los sitios de invernada de estas aves, como es el caso de nuestro país, son igual de importantes para asegurar poblaciones viables de estas especies. Y la ciencia es muy clara al respecto: lo que pasa en los sitios de invernada de estas especies migratorias, determinará su éxito reproductivo y, por lo tanto, su futuro.
Chile se ha tomado este rol en serio y ha priorizado la protección de las aves en la agenda nacional de conservación. Por primera vez el país cuenta con una Estrategia Nacional de Conservación de Aves (ENCA) liderada por el Estado, la que busca controlar, mitigar y erradicar las amenazas para las aves y sus hábitats en Chile al 2030. Y no sólo eso, esta estrategia ha sido integrada en la política ambiental nacional, siendo formalizada mediante la Resolución Exenta N°50 del 19 de enero de este año.
Durante el proceso de elaboración de la ENCA participaron más de 2.200 personas a través de talleres, encuestas, diálogos y consultas, representando a la sociedad civil, servicios públicos, academia, ONG y sector privado. Transversalmente, las aves reunieron a diversos sectores que acordaron las prioridades y líneas de acción para protegerlas y los beneficios que brindan a las personas y las comunidades. Y esto cobra aún más valor, pues en tiempos de incertidumbre luego del estallido social y en medio de una crisis sanitaria, más de 2.200 personas decidieron que las aves eran una prioridad por la que valía la pena alzar la voz.
Lo más impactante de este proceso es que el ánimo no ha decaído con el paso del tiempo. El pasado sábado 15 de octubre se realizó en la casa Anáhuac del Parque Metropolitano el evento de presentación del documento final de la Estrategia y se lanzó su Comité Operativo de Implementación integrado por 24 organizaciones del sector público, la academia y las ONG, liderado por el Ministerio del Medio Ambiente. En dicho evento participaron 60 personas, y estuvo presente tanto la Ministra como el Subsecretario del Medio Ambiente, la Subsecretaria de Turismo, el director(s) del Parque Metropolitano, la Directora de los Juegos Panamericanos Santiago 2023 – donde no por casualidad se eligió a Fiu, el sietecolores, como mascota oficial de este gran evento internacional del deporte –, algunos integrantes del Comité Operativo, medios de comunicación, personas vinculadas al mundo de las artes y familias. Todos reunidos para reafirmar nuevamente que las aves nos convocan y unen.
Ahora quiero ir más allá. Si bien un plan puede ser construido de manera participativa y resultar muy lindo en el papel, y estar lleno de buenas intenciones bellamente diagramadas y acompañadas de fotografías impactantes, lo cierto es que sin acciones concretas es sólo una linda decoración para nuestras oficinas y casas. Soy una convencida de que esta Estrategia está lejos de sólo ser lindas intenciones y ya hemos realizado avances en cuanto a acciones y apalancamiento de financiamiento de distintas fuentes.
Es así como la Red de Observadores de Aves y Vida Silvestre de Chile, financiada por la ONG Manomet, desarrolló el Plan de Acción para Aves Playeras con la participación de expertos y los que integramos el comité de la Estrategia, que busca priorizar las acciones más urgentes para avanzar en la protección de este grupo de aves. Por nuestra parte, Audubon Américas ha aportado con financiamiento para el desarrollo e implementación de la Estrategia. Además, realizamos el primer análisis de mercado del aviturismo en Chile (que publicaremos prontamente) y lanzaremos un programa de capacitación para guías de aviturismo y emprendimientos locales. Junto a la Red de Observadores de Aves también estamos realizando un estudio sobre necesidades de conservación de las aves marinas y playeras en la red nacional de áreas marinas protegidas. Este último estudio será un insumo importante para avanzar en un plan de acción para aves marinas. Además, seguiremos con la elaboración del plan de acción de aves de humedales y un análisis de vacíos de las políticas públicas necesarias para avanzar en la implementación exitosa de la Estrategia.
Asimismo, el Ministerio del Medio Ambiente destinó recursos para el diseño del sistema de monitoreo nacional de las aves y está siendo ejecutado por la Red de Observadores de Aves. Por su parte, el Ministerio de Energía ha destinado recursos para analizar y determinar el impacto de los proyectos de transmisión eléctrica y generación de energías renovables, especialmente para la producción de hidrógeno verde, sobre las aves y sus hábitats en Chile, y posibles formas de solución. Estos resultados informarán y complementarán recomendaciones hacia un desarrollo sustentable del hidrógeno verde. En tanto, el proyecto GEF/MMA/ONU MA de Humedales Costeros ha aportado con financiamiento durante el proceso de elaboración y sigue apoyando la implementación de la ENCA.
Esto es sólo por nombrar algunos de los avances reportados recientemente, pero estoy segura que muchos más están avanzando y aportando desde el trabajo local en sitios clave para las aves: Fundación Bandada, miembro del Comité Operativo de la ENCA, está trabajando en el Humedal-Marisma Rocuant-Andalién, una IBA catalogada en Peligro, para asegurar el éxito reproductivo del Pilpilén; Fundación Cosmos hace lo mismo en el Santuario de la Naturaleza del Río Maipo; mientras que el Centro Internacional Cabo de Hornos está avanzando en el estudio científico de las aves de los bosques subantárticos, entre otras iniciativas.
Sólo las aves son capaces de unir y llevar a la acción a tantas personas. Las aves nos hablan fuerte y claro: es tarea de todos contribuir con nuestro granito de arena al éxito de esta Estrategia. Todas las acciones cuentan y son importantes. Cada uno, desde su comunidad, puede aportar generado un gran impacto positivo en las aves, incluso plantando especies nativas en nuestros jardines y balcones. Hoy no sólo estamos valorando a nuestras aves: estamos pasando de las palabras a los hechos. Chile entendió que proteger a las aves es asegurar nuestro futuro, y por eso me atrevo a decir que Chile es el país de las aves.