El año pasado, el equipo de Chris Parish capturó alrededor de 70 cóndores de California en Arizona y Utah. Parish, director del proyecto Cóndor del Peregrine Fund, está analizando a estos enormes carroñeros que se arriesgan a ingerir cantidades fatales de este metal pesado de los fragmentos de municiones que se encuentran en los cadáveres de los que se alimentan. Veinte de las aves capturadas recibieron terapia de quelación y todas fueron devueltas a su hábitat natural en ambos estados, en los que Parish ayudó a restablecer con éxito la población en las últimas dos décadas.
Como cazador y ecologista, Parish tiene una afinidad particular por los cóndores, que ayudan a limpiar los restos que dejan tanto cazadores como predadores. “Tienen personalidades únicas”, dice. “Cada uno de ellos es un individuo”. La especie casi desaparece tres décadas atrás debido a una pérdida de su hábitat, actividades de caza, contaminación de DDT y, sobre todo, intoxicación por plomo.
Hoy en día existen 410 ejemplares en total, a diferencia de los 23 que había en 1982. Casi un 80 % de los cazadores en Arizona y Utah ofrecieron, voluntariamente, dejar de utilizar municiones de plomo y quitar las balas de plomo de los cadáveres, una iniciativa parcialmente impulsada por el trabajo de concientización de Parish sobre la situación de los cóndores. Los cóndores aún no están a salvo, pero Parish se dedica a darles la mayor cantidad de posibilidades de sobrevivir.