Alrededor de la aldea de Pachariya, en la provincia de Assam, en el noreste de la India, las flores de hibisco florecen en espirales fucsias y los arrozales se vuelven verdes por las recientes lluvias monzónicas. Dentro de la sala de oración comunitaria, el incienso en el aire se mezcla con el aroma de las frutas recién cortadas. Dos docenas de mujeres se ríen y hablan mientras preparan la comida para un baby shower. Es una celebración arraigada en la tradición, pero por la naturaleza de los recién llegados. Las mujeres están celebrando las esperadas crías de aves en una nueva temporada de nidificación de la Gran Cigüeña Ayudante.
Conocido localmente como hargila, o tragador de huesos, el ave patilarga de cinco pies supo evocar alguna vez un tratamiento mucho más duro. Cuando Purnima Devi Barman visitó por primera vez estas aldeas en 2008, como estudiante universitaria que investigaba la colonia más grande del mundo de esta especie, fue testigo de su maltrato de primera mano. Un día, un aldeano le señaló un árbol recién talado, que había sido cortado sin tener en cuenta los nueve nidos en sus ramas. Las cigüeñas jóvenes—algunas crías pequeñas, algunas tan grandes como gallinas—habían caído y muerto.
Barman sabía que las cigüeñas en peligro de extinción, una vez diseminadas por el sur y el sudeste de Asia, a menudo eran envenenadas o sometidas a caza furtiva, desplazadas o asesinadas cuando los terratenientes arrasaban con los árboles para obtener madera. Llamadas así por su hábito de recoger cadáveres, estas escandalosas aves también se alimentan en basureros, y se forma una zona de caída de excrementos en el suelo debajo de sus nidos. Barman trató de explicar la difícil situación de las aves al talador que se encontraba allí con su hacha, pero éste la ridiculizó por defender a un pájaro que consideraba una plaga, y sus amigos se le unieron. "Era muy ingenua", dice Barman. Esa noche perdió el sueño. "Este fue el evento que cambió todo", recuerda.
Las aves, notó Barman, requerirían un cambio de imagen para sobrevivir a la persecución. Con sus cabezas calvas y piel floja colgando de sus cuellos, las cigüeñas a veces son vistas como malos presagios y se sospecha que propagan enfermedades. Barman postergó sus estudios de posgrado y buscó formas de cambiar las actitudes de los aldeanos. Siendo ella misma una madre asamesa, un día se inspiró mientras asistía a un baby shower. "Las mujeres son muy influyentes", comenta. "Si obtenemos el apoyo de las mujeres, entonces podemos aumentar el apoyo de los hombres".
Caminando de casa en casa, se hizo amiga de mujeres en Dadara, Pachariya y Singimari, las tres aldeas rodeadas por este grupo mundialmente importante de cigüeñas. Habló de las aves con admiración, y cuando se acercaba la temporada de nidificación de 2009, invitó a las mujeres a su primer baby shower para las cigüeñas. "Al principio, cuando comenzamos, eramos tan solo unas pocas mujeres", dice Barman. La celebración de octubre en Assam recibió a unos 400 invitados.
Mamoni Malakar asistió a su primer baby shower en 2014. Ella cuenta que, en aquel entonces, no tenía conciencia sobre la hargila y el hecho de que era una especie en peligro de extinción. Asistió a clases de cocina y biodiversidad que Barman organizó para crear empatía entre humanos y cigüeñas, y aprendió a ver las cigüeñas desde una nueva perspectiva. Al comer animales muertos, limpian el medio ambiente y, de hecho, ralentizan la propagación de enfermedades, aprendió, y también controlan plagas como ratas y serpientes. En la mitología hindú, el dios Vishnu cabalgaba sobre Garuda, un ave legendaria que se cree que es una cigüeña ayudante. La comprensión de que las aves eran beneficiosas, sagradas y raras se extendió en el pueblo. Incluso los niños reclutaron seguidores: Los estudiantes les contaban a sus madres de las lecciones sobre la hargila en la escuela, lo cual llevó a más mujeres a participar.
Barman era una niña cuando desarrolló una afición por las aves. Cuando cumplió seis años, sus padres se fueron de casa durante siete años para viajar a raíz del trabajo de su padre en el ejército, dejando a Barman al cuidado de su abuela. Sin teléfono, sin Internet y solo con cartas ocasionales de sus padres, la joven Barman a menudo se sentía angustiada. Su abuela la consolaba focalizando su atención en la naturaleza—arrozales inundados y cigüeñas zancudas—cada vez que lloraba o se sentía triste. "Siento que su alma está en mí", dice Barman.
Años más tarde, como estudiante de grado en la Universidad Guwahati en Assam, Barman se sintió atraída por el estudio de la ecología, la conservación y la biodiversidad en una región donde "todos estaban trabajando sobre rinocerontes y tigres", comenta. Barman notó que la hargila pasaba desapercibida. Ella se comprometió a estudiar a la especie.
Incluso más allá de su trabajo en las aldeas en medio de la colonia de cigüeñas, Barman obtiene fuerza de las conexiones con otras mujeres. Es miembro del grupo de conservación global Women in Nature Network (WiNN) y es apadrinada por una de sus miembros fundadores, Leeanne Alonso, asociada principal de Global Wildlife Conservation en Austin, Texas. Alonso visitó la colonia de cigüeñas en Assam cuando Barman organizó la reunión de WiNN de 2019 en Guwahati. Está claro que Barman está llena de ideas, dice Alonso. "Se preocupa mucho no solo por estas aves, sino también por la comunidad con la que trabaja".
Jessica Deichman, científica del Instituto Smithsonian de Biología de la Conservación en Washington, D.C., describe a Barman como una organizadora persistente y una científica apasionada. Las dos mujeres se conocieron a través de WiNN y, en 2019, Deichmann vio de primera mano el trabajo de Barman en Guwahati. Le impresionaron los entornos íntimos compartidos por cigüeñas y humanos. "En los patios traseros se encuentran estos árboles con cigüeñas gigantes en ellos. Realmente es la vida silvestre urbana", comenta. Por lo tanto, encontrar un equilibrio entre las necesidades de las personas y las de las aves es, dice, "absolutamente esencial para su supervivencia".
Diez años después de que Barman se encontrara por primera vez con las cigüeñas caídas, es raro pensar que ahora los lugareños plantan árboles donde las cigüeñas anidan, y la población local de cigüeñas ha aumentado de 400 a 950, un crecimiento significativo para una especie de larga vida con una población global que se estima en menos de 1,200 adultos. Barman, quien ahora trabaja para la organización de investigación y conservación sin fines de lucro llamada Aaranyak, con sede en Guwahati, espera que la construcción de plataformas de nidificación artificiales, posibles gracias a la obtención de nuevos fondos, aumente aún más su número.
Los esfuerzos de Barman también han beneficiado a los aldeanos, empoderando a las mujeres en una región con pocos trabajos para ellas. Las asistentes al baby shower, llenas de inspiración, comenzaron a tejer telas artesanales con motivos de cigüeñas, las cuales se venden a nivel local y se transforman en mekhela chadar, vestidos asameses tradicionales. Los telares se financian por medio de subvenciones. "Gracias a Purnima Barman, ahora estamos generando ingresos", dice Rebati Baishya, quien asistió al baby shower de octubre.
La oportunidad de ayudar a las cigüeñas es poder cumplir el sueño de la infancia de Barman, la cual solía encontrar consuelo al admirar a la hargila vadeando en los arrozales. Para otros, pueden parecer desaliñadas y extrañas, pero para Barman y cientos de otras mujeres Assam, las aves son dignas de oraciones, comida y bailes ofrecidos a las deidades hindúes en su nombre.
Corrección, 26 de marzo de 2020: Este artículo ha sido actualizado con recuentos de población precisos para la colonia de cigüeñas. El artículo original informó que la colonia creció de 750 a 800 aves en el transcurso de diez años, en lugar de 400 a 950 aves. Audubon lamenta el error.