El Santuario Goose Pond de Audubon en Madison es el paraíso de un observador de aves. Pero cuando los visitantes se pasean por las hierbas altas a finales del verano, muchos están en busca de seres vivos con alas y seis patas, no dos.
Las mariposas monarca viven en la pradera repleta de algodoncillo común de Wisconsin. Llegan en la primavera para comenzar a reproducirse y para finales de agosto, una nueva generación se prepara para un viaje al sur de más de 1,500 millas a las zonas de invernada en México. Justo antes de que las monarcas emprendan el viaje, sin embargo, los voluntarios del santuario las atrapan con redes y les colocan etiquetas de identificación diminutas en las alas para ayudar a monitorear si sobreviven el maratónico viaje.
Etiquetar a las monarcas es una tarea delicada, pero los datos que se generan son sumamente necesarios. En las últimas dos décadas, la población del este que pasa el invierno en México ha disminuido en más del 80 por ciento, y que las monarcas del oeste también tienen números bastante bajos. En junio se vence el plazo que el Servicio de Pesca y Vida Silvestre de EE. UU. tiene para decidir si debe incluir a ambas monarcas bajo la Ley de Especies en Peligro de Extinción. “Es por eso que nos estamos dedicando a esto, porque su reducción es muy vasta y a gran escala”, comenta el director del Santuario Goose Pond, Mark Martin.
El año pasado, aproximadamente 170 personas etiquetaron a 1,061 mariposas en Goose Pond. Las calcomanías que se colocan las proporciona Monarch Watch, un proyecto comunitario de ciencia que monitorea la población y las tendencias migratorias. Entre 1998 y 2015, participantes de Monarch Watch por toda América del Norte etiquetaron casi 1.4 millones de mariposas, y el programa ahora distribuye cerca de un cuarto de millón de etiquetas cada año. En México, la gente local recoge las calcomanías de las mariposas muertas y recibe un pago por cada una que devuelve.
Aunque la decisión de la Ley de Especies en Peligro de Extinción está pendiente, los conservacionistas no están esperando para detener la pérdida de las plantas autóctonas que estimuló la reducción de las especies. En Wisconsin, por ejemplo, Madison Audubon se unió a una nueva coalición estatal que promoverá la siembra de algodoncillo común para mantener el hábitat de reproducción, y plantas con néctar que son fuente de comida.
Estos esfuerzos no solo beneficiarán a las mariposas sino a toda la vida silvestre en Goose Pond, dice Sue Foote-Martin, quien administra el santuario junto con su esposo. También comenta que el etiquetado tiene otro propósito importante: cultivar la consciencia pública para la conservación. “No solo estamos cultivando el hábitat” comenta Foote-Martin, “estamos aumentando el interés por la situación de la monarca.”
Este artículo se publicó originalmente en el ejemplar de primavera de 2019 como “The Butterfly Effect” (El efecto mariposa). Para recibir la revista impresa, hágase miembro hoy mismo realizando una donación.