Haciendo kayak por la orilla que retrocede de Crab Bank, otrora exitoso santuario de aves marinas en Charleston Harbor, Nolan Schillerstrom avistó un Pelícano Pardo solitario, posado sobre la arena.
“Sentí que nos decía: ‘Queremos seguir aquí pero no podemos’”, cuenta Schillerstrom, coordinador del programa costero de Audubon South Carolina.
El suyo fue uno de los tantos kayaks y tablas de surf de remo que visitaron Crab Bank en septiembre pasado. Juntos, formaron una flotilla de unos 200 activistas (y algunos perros) distribuidos en torno al arenal para reclamar por una colonia importante que estaba desapareciendo.
En los últimos años, fuertes tormentas y un tráfico marino intenso han reducido los 23 acres del sitio a solo uno. Miles de Rayadores Americanos, Charranes Patinegros bailarines, Ostreros Comunes Americanos forrajeros, y otras aves alguna vez fueron en bandada a las costas de Crab Bank. Pero ya el verano pasado quedó tan poco terreno habitable que, por primera vez en décadas, no hubo un solo ejemplar que nidificara en la isla.
Audubon South Carolina y otros grupos conservacionistas se dieron cuenta de que para salvar la isla, había que actuar rápido. Y gracias a su diligencia, se está concluyendo un proyecto de restauración para que el arenal recupere su antigua extensión.
Crab Bank se encuentra justo en la desembocadura de Shem Creek, una vía fluvial que atraviesa la ciudad de Mount Pleasant, vecina de la ciudad de Charleston. De noche, se transforma en un área muy activa a causa de los bares y restaurantes del paseo marítimo. Durante el día, es una vía fluvial activa, donde los locales atracan sus barcos camaroneros y las familias se acercan a pescar.
Pero al alba, Shem Creek pertenece a las aves (y los delfines). En una mañana reciente, Chris Crolley, un guía de naturaleza local y ambientalista que organizó la campaña de Crab Bank, señaló la avifauna del lugar mientras lentamente acercaba su barco al puerto. Los pelícanos se posaban en un paso en desnivel, los charranes sobrevolaban la zona y aves marinas de todo tipo se alineaban a lo largo de la baranda de madera del paseo. Un Gavión Atlántico, probablemente migrando de Maine, nos explica, se posó a orillas del río.
“No creo que la gente entienda que esto no se trata solo de una colonia de grajos local”, dice Crolley. Por ejemplo, los Charranes Reales que nidifican en la orilla sudeste pueden desplazarse tan al sur que llegan a lugares como Ecuador y Argentina en invierno.
“En última instancia, es difícil predecir el impacto de la pérdida permanente de Crab Bank”, agrega Crolley. La isla supone capas vitales de protección para la vida silvestre: El acceso público al arenal se limita la mayor parte del año. Y si bien algunas aves lograron reubicarse en áreas cercanas el año pasado, no se sabe si sus nidos tuvieron éxito.
Habiendo sido testigo de la disminución de Crab Bank año tras año, Crolley aboca todos sus esfuerzos en restaurar la isla. Así que imaginen su alegría cuando, en busca de posibles soluciones, su hija Olivia, de 5 años, le dijo que tenía la respuesta. “Podemos juntar barcos camaroneros locales y pedirles que tiren sus redes para recolectar arena suficiente para reconstruir Crab Bank”, dijo. Al final, su idea no distaba mucho de la solución real.
Desde comienzos de 2018, el Cuerpo de Ingenieros del Ejército de Estados Unidos ha estado dragando Charleston Harbor para permitir que barcos más grandes accedan al concurrido puerto de la ciudad. Crab Bank se formó originalmente a partir de materiales dragados en los años 50 y 60, y los conservacionistas se dieron cuenta de que el nuevo proyecto de profundización podría brindarles cargas enteras de sedimentos para rehacer el proceso. Luego de mucho debate, la agencia diseñó un plan para reconstruir Crab Bank con parte de los sedimentos recolectados a raíz del proyecto.
Pero tenían un gran impedimento: la recaudación de fondos. El Cuerpo de Ingenieros y grupos de apoyo como Audubon South Carolina tendrían que recaudar cerca de $1.4 millones... y corrían contra el tiempo porque ya se habían comenzado las tareas de dragado.
En ese momento, surgió la campaña. Poco después de que los ‘kayactivistas’ hicieran su demostración, comenzaron a recibir apoyo de numerosas fuentes. Boeing Co., que construye sus jets Dreamliner en el área de Charleston, ayudó a poner todo en marcha con una donación de $100,000. Los estudiantes de escuelas secundarias locales incluso lanzaron sus propias colectas, algunos donando cientos de dólares.
Gracias a una suma de donaciones empresariales y privadas, las organizaciones lograron acercarse a su objetivo. Luego, en diciembre, se notificó al Departamento de Recursos de Carolina del Sur que el proyecto de Crab Bank había sido seleccionado para recibir una beca federal que cubriría el 100 % de los costos de construcción del Cuerpo de Ingenieros.
Hoy en día los socios de coalición dicen que tienen dinero suficiente no solo para restaurar Crab Bank sino también para realizar más tareas de control y mantenimiento en las cinco colonias protegidas de grajos costeros del estado. La conciencia que generó la campaña también ha sido invaluable.
Caroline Bradner, gestora de proyectos terrestres, marinos y de vida silvestre de Coastal Conservation League de Carolina del Sur dice que la cuestión nunca fue si era necesario restaurar Crab Bank o no, sino cómo hacerlo. Luego de pasar varios años como guía de excursiones al arenal, vio que la iniciativa podría ser una herramienta educativa muy poderosa.
“Los estudiantes han tenido una reacción muy visceral con respecto a su desaparición”, cuenta Bradner. “Lo vimos pasar de ser un lugar próspero y bullicioso a un sitio casi muerto”.
Con la financiación actual, Crolley cree que el trabajo que se hizo funcionará como “trampolín” para restaurar el patrimonio local de aves de cría. El plan es agregar 28 acres de hábitat en Crab Bank: cinco más que los que tenía la isla originalmente. El Cuerpo de Ingenieros no ha establecido una fecha de inicio del proyecto, pero están ultimando detalles del contrato de dragado, según la oficina del distrito.
Funcionarios de vida silvestre esperan que la construcción esté realizada para principios de 2020, antes de la temporada de nidificación de primavera. Mientras tanto, Crolley quiere liderar otra flotilla hacia la isla. “Esta será la vuelta de la victoria”, dice.
Este artículo se publicó originalmente en el ejemplar de primavera de 2019 como “Rallying to Save a Rookery” (Campaña para salvar una colonia de grajos). Para recibir la revista impresa, hágase miembro hoy mismo realizando una donación.