Una mañana con mucho rocío en Mission Valley, un cuarteto de Cisnes Trompeteros se movían de abajo a arriba en una jaula con hierbas en el centro de cría en cautiverio de Montana Waterfowl Foundation, a la espera de su revisión. Para fines de Julio, las aves de cinco pies de largo estarían libres para recorrer la vasta Reserva India Flathead. Pero en este momento, Dale Becker y su equipo de debate las perseguían.
Mientras un voluntario sujetaba (léase: acurrucaba) a cada paciente, el veterinario extraía sangre y tejido, mientras Becker, biólogo de las Tribus Confederadas Salish y Kootenai, colocaba anillos con números en serie alrededor de los cuellos de los cisnes, para prepararlos para la liberación a unas millas al oeste del centro. Allí, la nidada tendría una chance de unirse a una próspera población silvestre que estaba extinta a nivel local hace unas décadas.
Para el siglo XX, los coleccionistas de plumas y cazadores de subsistencia habían matado a la mayoría de Cisnes Trompeteros de reproducción alrededor de las Montañas Rocosas. La conversión del hábitat del humedal para la agricultura aceleró el declive de la especie hasta mediados del siglo XX, luego del cual un plan de reintroducción regional puso en marcha la acción. Con una larga historia de programas de reintroducción de vida silvestre en sus tierras (Halcones Peregrinos, ranas leopardo y otros), las Tribus Confederadas Salish y Kootenai se inspiraron para ayudar a las aves, entonces a fines de siglo XX prohibieron la caza de cisnes y trajeron polluelos cygnus de Oregon y Canadá. Pero cuando los nuevos no volaron de vuelta a las tierras de invernada de Idaho, era claro que se necesitaba una estrategia más práctica.
Preparen las visitas al veterinario y las etiquetas para los cisnes. Con financiación de agencias de vida silvestre, Becker y las tribus lanzaron un programa de cría en cautiverio en Montana Waterfowl Foundation. Cuando los primeros polluelos de incubadora eclosionaron en 2001, no había parejas silvestres en la reserva. Pero mediante el cuidado, la perseverancia y un poco de ayuda de padres sustitutos, el proyecto pudo liberar 34 aves luego de un año. Desde entonces le siguieron 400 más, conduciendo a la inmensa bandada que Becker vigila.
Con éxito y todo, uno de los mayores obstáculos del programa era que “gran parte del conocimiento tradicional [de la especie] se perdió cuando estuvo al borde de la extinción”, comenta Janene Lichtenberg, quien solía ser bióloga de las tribus y ahora es miembro de la junta de Mission Mountain Audubon Society. Esto en parte fue impulsado por la asimilación de pueblos indígenas a principios del siglo pasado, agrega. Se obligaba a los niños a inscribirse en internados, y como resultado, no aprendían la historia natural de la reserva de primera mano. El mismo tipo de intercambio también se atenuó en diferentes generaciones de cisnes, afirma Lichtenberg “Las conexiones entre aves más adultas y las más jóvenes son importantes para pasar la información entre generaciones, como las rutas migratorias, las áreas de invernada y las fuentes de alimentación”, explica.
Sin embargo, con la constante liberación y el afianzamiento de las aves, ese conocimiento se está re-aprendiendo. Cada primavera, la población de Trompeteros aumenta un poco más luego de que un grupo de ejemplares con experiencia vuelven de la migración. Hoy, casi 200 cisnes acampan desde marzo a diciembre en los humedales que reciben mucho cuidado en Flathead. Las cifras de la población a nivel regional en miles.
La creciente presencia de la especie es ecológicamente decisiva, dice Lichtenberg. En la reserva, los cisnes ahuyentan a gansos destructivos, cavan plantas acuáticas con las patas y depositan muchos nutrientes en el hábitat. Kari Eneas, una joven bióloga de vida silvestre con las tribus, también ve a los Trompeteros como una oportunidad para conectarse con la tierra, y su cultura, a un nivel más profundo. Cuenta que trabajar con el programa de reintroducción le enseñó “muchísimo acerca de la conservación y la importancia de vivir intencionadamente”. Además, le mostró que incluso un pequeño y localizado esfuerzo podría tener resultados visibles. “No podrías conducir a lo largo del valle sin ver a las grandes aves blancas moviéndose arriba y abajo en una cueva de un humedal”, dice Eneas.
Otros en el área han notado el éxito de las tribus también. “Los propietarios de tierras rápidamente empezaron a querer aprender más acerca de lo que podían hacer para mejorar los estanques para atraer o mantener a los Cisnes Trompeteros”, explica Litchenberg. “Es verdaderamente una historia inspiradora de la restauración medioambiental a cargo de las tribus”, añade Jim Rogers, presidente de Mission Mountain Audubon Society, quien ha sido voluntario en las liberaciones y ha ayudado a generar concientización. “Sirve como recordatorio de lo que podemos hacer con la cooperación de varias agencias y el compromiso de suficientes recursos”.
El camino a la recuperación ha impuesto desafíos modernos. Desde 2002, las colisiones del tendido eléctrico han cobrado la vida de al menos 27 cisnes (las muertes han disminuido desde que la empresa añadió indicadores de vuelo), y ha aparecido restos de munición con plomo en un ave muerta. Aún así, Becker cree que la población es lo suficientemente estable como para reducir la cría en cautiverio. El tiempo dirá si el último grupo de polluelos cygnus vuelve volando a casa la próxima primavera. Pero al menos él sabe que el destino de los Trompeteros locales ya no depende de sus alas.
Este artículo se publicó originalmente en la edición de otoño de 2018 de Audubon como “Triumph of the Trumpeters”. Para recibir la revista impresa, hágase miembro hoy mismo realizando una donación.