Caminando a lo largo de un canal en la Marisma Sonoma Creek del norte de California un día de enero, Courtney Gutman se detuvo de repente y se puso de rodillas en el lodo. “¡Increíble!” gritó Gutman, directora del proyecto de restauración de Richardson Bay Audubon. “¡Mira lo rápido que volvió a crecer!”. La fuente de su asombro era un brote de tallo magenta de una pulgada de altura que sobresalía de un pedazo de tierra.
Un solo brote en un mar de lodo no parece ser motivo de celebración. Pero la aparición de una planta autóctona en la antes estéril Marisma Sonoma Creek marcó el regreso a la salud de este humedal, gracias a un proyecto liderado por Audubon California, el Servicio para la Pesca y la Vida Silvestre de los EE. UU. y el Distrito de Control de Mosquitos y Vectores de Marin-Sonoma. El proyecto sostenía la creación de 400 acres de un tan necesario hábitat para la fauna en peligro de extinción, tal como el Rascón de California y el Pidencito Negro de California.
Los humedales son escasos aquí en Bahía de San Pablo, donde el 90 por ciento de las marismas se han perdido con la agricultura. La Marisma Sonoma Creek tenía potencial, pero también tuvo problemas. La marisma comenzó a formarse durante el siglo 19, cuando los sedimentos provenientes de la minería eran arrastrados a la bahía. Pero el pantano se formó tan rápidamente que la red de canales que necesitan las marismas sanas para hacer circular el agua de mar no tuvo tiempo para desarrollarse. En su lugar, el agua traída por la marea no tenía forma de escapar hacia afuera, matando la vida vegetal y haciendo que el pantano fuera inhabitable para los rascones y otras especies.
La marisma era, por el contrario, muy hospitalaria para los mosquitos, últimamente, la MSMVCD gastaba más de $60,000 al año en insecticidas. Así, en 2010, la agencia se unió a Audubon California y el USFWS para ayudar a recuperar nuevamente la salud de la marisma. El otoño pasado, las tres organizaciones completaron el proyecto de $3 millones cavando siete acres de nuevos canales que permiten que el agua de mar fluya dentro y fuera de la zona pantanosa. El suelo excavado se utilizó para construir montículos y una rampa para el dique que separa la marisma de las tierras agrícolas, creando un retiro de marea alta para las aves y los mamíferos el cual será cada vez más crucial a medida que el cambio climático haga que suban los niveles del mar y aumenten las tormentas.
El monitoreo acaba de comenzar en el sitio, pero cuando una marea inundó la marisma tan solo unas semanas después de que la construcción terminara, cientos de aves playeras se posaron en la rampa y en los montículos de suelo esperando a que se retiraran las aguas. “Proporcionó refugio para ellos”, dijo Gutman. “Eso es lo que queremos ver”.